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El 29 de junio Uruguay dio por iniciada la cuarta y última fase del retorno a clases a nivel primario, secundario y terciario en todo el país. Desde esa fecha no se han registrado contagios en los centros educativos, convirtiéndose en el primer país de la región en volver a las clases presenciales desde que las pandemia por el coronavirus obligó a suspenderlas.

En el Programa de Liderazgo Educativo UDP conversamos con Adriana Aristimuño, Directora de Planificación Educativa del Consejo Directivo de la Administración Nacional de Educación Pública de Urguay, quien es una de las personas que ha liderado el retorno a clases en el país. En esta entrevista explica las estrategias que definieron, las medidas exitosas y adelanta los desafíos que tendrá que enfrentar la educación en Uruguay y el mundo.

¿Qué estrategias se definieron desde la Administración Nacional de Educación Pública para enfrentar el coronavirus?

Las estrategias estuvieron orientadas por un principio orientador: preservar el vínculo por sobre todas las cosas, es decir, priorizar la vinculación con el alumno, siendo amplios en la elección de la manera para realizarlo. Desde ese principio, se logró hacer contacto a través de la plataforma CEIBAL, y también a través de múltiples formas remotas y presenciales. En algunos casos hasta se dejaban tareas en la puerta de la casa de los niños, en muchos también se utilizó el Whatsapp para enviar y recibir tareas, y en algunas escuelas, en las que se entregaban viandas o tickets para alimentación, se entregaban y recibían tareas.

Cada subsistema (primaria, media) recurrió a su cuerpo docente, directivo e inspectivo para distribuir indicaciones y recibir información sobre la marcha de las estrategias en curso.

El plan CEIBAL tuvo una gran importancia como sostén del contacto entre niños, familias y sistema educativo, por ser una política educativa que implica que todo estudiante tenga una laptop o tablet en su poder como herramienta educativa y por la amplitud de sus recursos digitales en línea. También se sumó una iniciativa de TV educativa, muy disruptiva y llevada adelante por jóvenes, y bloggers, entre otros.

¿Cuáles fueron las medidas más exitosas?  ¿Hay alguna diferencia en cómo se abordó en la disciplina de la educación en Uruguay en comparación con los otros países de la región?

Fue muy positivo el acercamiento entre la administración de la educación pública y el plan Ceibal (institucionalmente ubicado fuera de ésta). Se incrementó el uso de las apps y plataformas del Plan en un modo exponencial. Creo que Uruguay se diferenció del resto de los países de la región porque controló la situación sanitaria de forma muy temprana. Cuando se diagnosticaron los primeros 4 casos (13 marzo), y antes de la primera muerte,  ya se suspendieron las clases, los espectáculos públicos, se cerraron los centros comerciales y se instó a la población a quedarse en su casa. Por cuatro semanas solo se salía a hacer compras y se generalizó el teletrabajo. Luego de un mes, se decidió abrir las escuelas rurales, de pocos estudiantes, con mucho componente al aire libre, y con escasa conectividad. Dada esa escasa conectividad, se decidió priorizar el regreso de estas escuelas a la situación presencial (acotada y con estricto protocolo).

¿Cómo se gestionó el regreso a clases?

El Presidente de la República generó un espacio de profesionales de la salud y la ciencia al más alto nivel para asesorarlo en todo momento (el Grupo Asesor Científico Honorario) y ellos son los que avalan las propuestas de retorno a clase, en qué condiciones y con qué protocolo. Las autoridades educativas proponen y ellos deciden. En virtud de estos criterios se definieron 4 etapas de retorno a la presencialidad: el 22 de abril retornaron las escuelas rurales de menor tamaño y en localidades sin coronavirus; el 1 de junio las escuelas de nivel inicial y primario que atienden a las poblaciones más vulnerables, y último grado de Educación Media Superior y en localidades sin coronavirus; el 15 de junio retornaron otras escuelas y centros de educación media, escuelas de educación especial, siempre en localidades sin contagios; y el 29 de junio retornaron todas las demás instituciones educativas.

Los porcentajes de estudiantes que asiste varía entre 50% (Primaria) y 70-80% (Media) y la asistencia es libre y voluntaria. Los protocolos exigen que no se puedan generar turnos de más de 4 horas diarias, que haya distanciamiento físico sostenido, mucha higiene de manos e instalaciones, y mascarillas para todos los niveles educativos excepto educación inicial. La educación superior, tanto pública como privada continúa en régimen de educación a distancia.

¿Cuáles son los principales desafíos que se vislumbran en el futuro?

Son todos de índole educativa: el cómo sostener a los estudiantes que no se han vinculado de ninguna manera o lo han hecho de forma esporádica, considerando que los menos vinculados son los más vulnerables como en todos los países, el cómo encarar las priorizaciones curriculares, el cómo resolver los temas de evaluación y sobre todo de acreditación, el cómo apoyar en los temas de conectividad y cómo continuar en 2021.

¿Qué consejos le daría a los otros países de la región que están pensando en retomar las clases?

Que prioricen lo sanitario y lo vincular por sobre todo, que instalen el tema de la confianza en sus sistemas educativos y sus educadores, que se muestren sólidos y confiables ante el tratamiento de la pandemia, y que profundicen en los temas de la enseñanza híbrida porque no es sencillo. Nosotros, una vez que volvimos a la relativa presencialidad, se nos han caído muchos estudiantes de la conectividad a las plataformas, y eso no debería suceder porque en este contexto necesitamos un abordaje híbrido. Es necesario diseñarlo y llevarlo a cabo.