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Seguramente muchos de nosotros hemos sabido o hemos sufrido de situaciones de bullying o acoso escolar que se han producido en distintos establecimientos educacionales del país.
Acontecimientos que nos preocupan y nos tienden a generar sentimientos de tristeza, rabia, impotencia y otras tantas emociones. Al respecto, nos surge inmediatamente la pregunta sobre qué pasa con la convivencia escolar de esos establecimientos educacionales, si alguien está haciendo algo o qué se hizo con las víctimas y con los hostigadores. Todo desde una perspectiva
que tiende a estar centrada en lo individual y el caso a tratar.

Relacionado con lo anterior, cabe preguntarnos si la convivencia escolar se remite al trabajo en situaciones de violencia escolar o la resolución de conflictos concretos. Se tiende a asociar convivencia como la no violencia en los establecimientos educacionales, sin darnos cuenta de que la convivencia transcurre todos los días y en todo momento en las organizaciones educativas. A convivir se aprende conviviendo, como dice el título de esta columna, convivir son las interrelaciones que se establecen al interior de un establecimiento educacional. Por lo tanto, nuestro objetivo para que no se produzcan situaciones de violencia escolar es trabajar en las interrelaciones, desde un punto de vista sistémico y centrándonos en los vínculos diarios en la escuela y el aula que se producen todo el tiempo.
Vínculos que son centrales para que un estudiante pueda desarrollar sus habilidades socioafectivas y relacionales, junto a toda la comunidad educativa. Vínculos que posibilitan encontrarnos en un espacio de cuidado y contención en el cual nos sintamos seguros y aceptados.
No podemos dejar que un evento de violencia escolar no sea tratado como un hecho muy relevante en la vida de los estudiantes y la comunidad educativa, pero no olvidemos que la convivencia se construye todos los días, y que resultan más efectivas la utilización de estrategias de prevención o promoción del buen trato para que en un futuro disminuyan las situaciones de violencia, las cuales son la consecuencia de dificultades en la convivencia, pero no son toda la convivencia.

Es aquí donde emerge con fuerza la importancia de que toda la comunidad educativa se haga responsable de la convivencia escolar, pues todo lo que hacemos, como nos movemos, lo que decimos y dejamos de decir nos habla de la convivencia de ese establecimiento. Por lo tanto, de todos es responsabilidad contribuir al buen trato. Especial importancia en esto adquieren los
líderes de las instituciones educativas, quienes deben gestionar esta convivencia hacia el sentido o ruta que queremos como institución educativa, una convivencia que considere la cultura escolar, su proyecto educativo institucional y que se destine a mejorar los aprendizajes de todos los estudiantes.