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Por Paulina Saez, coordinadora de Proyectos del Programa de Liderazgo Educativo.

La labor de los directivos escolares es compleja y desafiante, más aún cuando deben enfrentar situaciones de emergencia o momentos de crisis como el que actualmente nos encontramos viviendo a causa del COVID 19. En este contexto, los directivos escolares han estado desafiados a lograr un equilibrio satisfactorio entre los cambios que demanda el nuevo escenario de crisis y el desarrollo de su principal función que es asegurar el aprendizaje de todos los estudiantes.

La experiencia nacional e internacional ha demostrado que gestionar el ámbito socioemocional en tiempos de pandemia, ha implicado a los líderes educativos poner en práctica competencias sociales y emocionales, tales como la habilidad para reconocer y manejar emociones, desarrollar el cuidado y la preocupación por los otros, tomar decisiones responsables, establecer relaciones positivas y enfrentar situaciones desafiantes de manera efectiva. 

En Chile, el Marco para la Buena Dirección y el Liderazgo Escolar (MBDLE), plantea que los directivos escolares pueden aprender y desarrollar un conjunto de recursos personales, los cuales se ven reflejados en las prácticas de liderazgo que ejercen. Al observar la implementación de una práctica se podrán distinguir, al menos, tres dimensiones, dentro de los recursos personales, las cuales se comprenden de manera integrada: a) los principios que las guían; b) las habilidades desplegadas, y c) los saberes o conocimientos que le dan un marco y la justifica (MBDLE, 2015).

Si observamos los principios que el MBDLE define, la confianza emerge como un recurso primordial para facilitar y promover relaciones positivas y de colaboración, dentro de una organización que atraviesa un momento de crisis o emergencia, lo cual permite que toda la comunidad se sienta incluida, conectada, segura y respetada. Así también, dentro de las habilidades, se observa que la comunicación efectiva, la flexibilidad, la empatía y la resiliencia juegan un rol importante para que la implementación de acciones y nuevas estrategias, por parte de los directivos escolares, permitan alcanzar los objetivos trazados para abordar los aspectos más críticos de la organización durante la crisis, resguardando el bienestar socioemocional de todos sus integrantes. Finalmente, y dentro de los conocimientos profesionales, los saberes referidos al ámbito del liderazgo, y de la inclusión y equidad emergen con fuerza a la hora de abordar la dimensión socioemocional de las instituciones educativas en tiempos de pandemia. En este sentido, resulta primordial asegurar que todos los miembros de la comunidad educativa se sientan sujetos activos en la construcción de esta, pese a los cambios que el actual contexto ha obligado a realizar. De esta manera, el reconocer y valorar el rol y la contribución del cuerpo docente y asistentes de la educación, así como de los estudiantes y sus familias, contribuye a la construcción de una comunidad conectada, que se apoya y mantiene segura entre sus miembros.

Es claro que los tiempos que estamos viviendo y los que vendrán, con una eventual reapertura de los establecimientos educacionales, nos demanda contar con directivos escolares mejor preparados, no solo para liderar y gestionar los ámbitos organizacionales y pedagógicos de la comunidad educativa, sino también para hacer frente a situaciones complejas y tomar decisiones apropiadas al contexto, resguardando el bienestar y seguridad socioemocional de toda la comunidad educativa.