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Esta columna fue escrita en colaboración Rick Mintrop y Miguel Órdenes.

Desde hace décadas, la mejora escolar ha sido el punto de orientación de los esfuerzos de hacedores de políticas, líderes escolares y agencias de apoyo técnico. El objetivo fundamental de estos esfuerzos ha sido mejorar el servicio que se provee a los y las estudiantes, como también los resultados que estos mismos alcanzan. El impulso de distintas iniciativas de mejora escolar
de parte del gobierno, han permitido avanzar progresivamente en el establecimiento de mejores estándares de funcionamiento de las escuelas. Un ejemplo de esto es la formulación e implementación de Planes de Mejoramiento Educativo (PME) como eje organizador de la mejora escolar. Pese a estos esfuerzos, alcanzar los resultados esperados en los establecimiento que atienden a las poblaciones más vulnerables ha resultado esquivo y, una vez conseguidos, ha sido difícil sostenerlos en el tiempo.
En estos contextos, las iniciativas de mejora escolar inducidas externamente a menudo confrontan realidades escolares locales altamente complejas que hacen de la tarea de mejora infructuosa. Esta complejidad se manifiesta en una serie de problemáticas emergentes e impredecibles que no se conectan necesariamente con las soluciones de mejora escolar impulsadas desde el exterior. En estos contextos, la mejora escolar reclama atención a la resolución de estas problemáticas emergentes, poniendo en el centro las necesidades particulares de las escuelas y de los actores escolares que las habitan. La resolución de problemas debiera
estar en el centro de la mejora escolar.

En Chile, las decisiones que los líderes escolares toman para impulsar la mejora de sus escuelas normalmente están condicionadas por la oferta externa de planes, programas de apoyo, paquete de soluciones prefabricados, artefactos, etc. Frecuentemente esta oferta viene promovida desde las autoridades gubernamentales, aunque también es posible que los líderes
busquen soluciones de mejora en instituciones técnicas privadas. En ambos casos, la dinámica de mejora escolar se transforma en un desafío de implementación de soluciones estándares. Esto no tendría ningún inconveniente si las soluciones externas estuvieran orientadas a solucionar problemas bien definidos y que estén conectados con las prácticas y creencias de los adultos que habitan la escuela. Sin embargo, la implementación de soluciones externas normalmente subestiman los desafíos de implementación en las unidades locales, las cuales son experimentadas como un set de demandas externas que consumen tiempo y energía y que frecuentemente no dan respuestas a los problemas más urgentes de las escuelas ni a las necesidades de los actores escolares.

Si partimos de la premisa que la resolución de problemas es el corazón de la mejora escolar, entonces debemos preguntarnos cómo llevar esta dinámica a la práctica. Nosotros respondemos a esta interrogante introduciendo el enfoque de resolución de problemas basada en el diseño en desarrollo. La definición de un problema urgente relacionado con la práctica es el punto inicial del proceso de diseño de una solución. Por su parte, el diseño es el soporte sobre el cual el arco entre la definición de un problema y su solución está sostenido. En el proceso, este enfoque une la creatividad y la practicidad de intervenciones de diseño con el rigor sistemático de la investigación académica. El enfoque se despliega en iteraciones sucesivas entre problemas prácticos e ideas de solución hasta encontrar una correspondencia satisfactoria entre las metas o estados deseados y la implementación de intervenciones. En esta dinámica, los líderes escolares ocupan un lugar estelar en la definición de los problemas considerando las necesidades de los actores de la escuela y en el desarrollo de una solución ad-hoc que responda a sus necesidades, contribuyendo de manera sustantiva a superar los desafíos prácticos de los adultos de la escuela.

En el trabajo que desarrollamos en nuestro proyecto, destacamos las posibilidades que ofrece este enfoque para facilitar la tarea de mejora poniendo en el centro los problemas urgentes y necesidades particulares de las escuelas, especialmente en aquellas áreas que son difíciles de alcanzar por dinámicas de mejora escolar promovidas externamente. Buscamos que líderes escolares con sus equipos co-diseñen soluciones a problemas de práctica escolar.