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La conducción grupal de un curso ha sido desde siempre una tarea desafiante para el profesor jefe, quien debe liderar esta conducción, a través de la coordinación y el apoyo sistemático con el equipo de profesores de asignatura, la atención oportuna a las madres, padres y apoderados y por, sobre todo, el proceso de acompañamiento del desarrollo de cada uno de sus alumnos y alumnas. Entre estas y otras muchas responsabilidades de su rol, se encuentra una muy importante: la de generar comunidad-curso.

Los tiempos que estamos viviendo, a propósito de la pandemia, han dificultado la creación de comunidades, ya que estas tienen a la base esencialmente el establecimiento de vínculos y el desarrollo de relaciones interpersonales, lo que hasta ahora tenía un espacio presencial para su expresión en la escuela.  Entonces, para contribuir a la conformación y crecimiento de la comunidad-curso en este nuevo escenario se vuelve vital promover, mantener, y resguardar los espacios que permitan realizar eficazmente  las instancias de Consejo de Curso,  Orientación y Tutorías, superando las complejidades de la educación a distancia, para estar-con los estudiantes, reforzar su autonomía, sus logros, relevar los aprendizajes que han tenido en este periodo en casa, más allá de lo académico y proveer un espacio  de encuentro, contención y formación ciudadana.

Los profesores jefes han enfrentado múltiples desafíos, ejercitado nuevas habilidades y desplegado toda la creatividad requerida para ir al encuentro de las necesidades de aprendizaje académico, emocional y psicosociales no solo de sus estudiantes, sino también de las familias. Más que nunca su figura ha adquirido una relevancia central en la gestión de aula, ahora virtual, y en la búsqueda de estrategias diversas y originales que le permitan seguir desarrollando su papel en condiciones nuevas e impredecibles; orientarse al acompañamiento socioemocional, explorar nuevas formas de comunicación con las familias y apoderados, aprender el uso de tecnologías que apoyen su labor y estar especialmente atentos a las situaciones de sus estudiantes que pudiesen constituir vulneración de derechos, activando oportunamente redes de apoyo y derivación.

Junto con estos desafíos, han aparecido también nuevas oportunidades, como, por ejemplo, la de ejercer un liderazgo adaptativo, que considera construir en forma colectiva soluciones fuera del repertorio conocido y que modifica prioridades y creencias. Esto requiere adquirir sobre la marcha, nuevos aprendizajes experimentales, que preserven lo valioso de las prácticas anteriores y descarten lo que es prescindible para las necesidades actuales del rol. En este contexto se hace necesario detenerse un momento para hacerse preguntas, más que proveer de forma automática, respuestas. Estas preguntas son importantes para repensar el rol y las funciones de la jefatura de curso, ya que el profesor jefe será un agente clave en el regreso a las aulas, y deberá proyectar su trabajo vislumbrando un escenario  de continuidad y cambio, de ajustes, en el que por sobre todo, tendrá que focalizarse en el grupo como comunidad, y a la vez, en cada uno de sus alumnos y alumnas de forma particular poniendo especial énfasis en el bienestar emocional de quienes está llamado a conducir.