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Aprender a ser líderes escolares es una tarea compleja dadas las nuevas políticas educativas en marcha y por algo muy cierto: Chile está cambiado. Hoy la voz de las personas, a diferencia de unas pocas décadas atrás, se hace escuchar, la diversidad se puede visualizar cada vez más y con ello también las demandas. De allí que un gran desafío cultural de nuestro Chile actual sea lograr relaciones colectivas que construyan vínculos solidarios y de colaboración mutua. Para esto innovar es necesario y la Escuela lo necesita.

En este contexto, una de las iniciativas de la agenda política educativa del país -y una de las más importantes para la escuela y sus docentes- es que se encarga a los directores liderar los planes de desarrollo profesional de sus docentes. Los directivos deben implementar un proceso de inducción para los docentes novatos, asignando a cada uno un docente mentor que lo acompañe. En pocas palabras el desafío para el director es implementar un trabajo colaborativo, logrando el crecimiento profesional de los docentes a su cargo. Esta tarea es de una inmensa amplitud y profundidad a la hora de imaginar cómo podría concretarse en nuestras escuelas, sobre todo cuando esta función tenga que ponerla en marcha quien esté asumiendo por primera vez el rol de director.

Probablemente sea mucho más fácil imaginar cómo podría llevar a cabo esta tarea un director con experiencia (considerando que igualmente es un desafío complejo). pero al imaginar cómo podría hacerlo un novato, definitivamente la tarea se ve más compleja.

En vistas de este contexto de Políticas Educativas en proceso de implementación, fuimos a indagar en la opinión de cómo debía un director novato comenzar su inserción en la escuela . Para esto preguntamos a docentes y directivos de ocho escuelas que hoy tienen un director novato y a los mismos directores novatos respecto de las competencias que les permitiría asumir con éxito su nuevo rol. La conclusión extraída del discurso de los entrevistados es que el director novato debe hacer su entrada a la Escuela en primer lugar tendiendo lazos de cercanía, para facilitar espacios de comunicación y una primera interacción; con empatía para comprender sentimientos y necesidades de las personas; con compromiso, para asegurar el vínculo con la comunidad escolar; con responsabilidad, para consensuar los criterios en la toma de decisión, para luego y como fruto del encadenamiento de todos estas competencias, lograr la confianza y equilibrio necesario para generar seguridad sobre la forma en que se liderará la Escuela.

Derivadas de estas competencias el director novato debiera entonces cuidadosamente observar e identificar; analizar y reflexionar; decidir y comunicar de manera de desplegar una emocionalidad eficaz que le permita relaciones interpersonales que, ante todo y en primer lugar, lo vinculen y acerquen a las personas.

Claramente, la demanda surgida de las escuelas consultadas es implementar estrategias que fortalezcan el liderazgo de los directores novatos en la dimensión socioemocional. Esta demanda hace todo el sentido, en tanto, un cuerpo importante de investigación internacional ha identificado como válidas las emociones de docentes y directivos para el desempeño eficaz, cosa que en el caso de los directores de escuela guarda una especial importancia dado que se ha concluido que en los corazones y mentes de los docentes está la raíz de la mejora de sus prácticas, por tanto, incidir en la motivación, el compromiso y colaboración de estos resulta ser clave y estratégico para que un director alcance el desarrollo profesional de sus docentes.

Según la experiencia internacional un camino que ha funcionado en esta dirección es formar mentores que apoyen eficazmente a los directores novatos en el desarrollo de competencias y una gran lección de esta experiencia es que aquellos directores que logran una respuesta eficaz a las demandas de su contexto no nacen de manera espontánea, así la gran conclusión es que: “los buenos directores no nacen, sino que reciben Mentoría de calidad”.

El desafío asumido por nuestro país de formar Mentores de Directores Novatos capaces de acompañarlos en el desarrollo de competencias,que respondan a las demandas de las nuevas políticas educativas y a las de la escuela es ciertamente es una estrategia, un camino que podría hacer la diferencia.

Así, el imperativo es que debemos innovar porque las nuevas políticas que traen aparejadas nuevas ambiciones para el liderazgo de directores y docentes de nuestro país, así lo demandan.

Preparar a los Directores Novatos para estos desafíos por medio de un eficaz proceso de Mentoría que haga florecer la reflexión profesional en espacios colaborativos entre pares, podría dar inicio al tejido de una red de profesionales que se conecten efectivamente para contribuir al fortalecimiento del liderazgo en la Escuela de manera concreta, es decir, un engranaje profesional formado de directores y mentores que juntos descubran cómo empatizar, colaborar y reflexionar podría resultar en un gran impacto para que todos nuestros estudiantes sin distinción, aprendan más y mejor.