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En nuestro quehacer nos moviliza un sueño. Soñamos con un país en que todos sus niños puedan desplegar su máximo potencial y creemos que, para lograrlo, los profesores son actores fundamentales. Es por ello que nuestra misión ha sido apoyarlos en su tarea transformadora, potenciando innovaciones al interior de la sala de clases para lograr más y mejores aprendizajes, más involucramiento, más participación y un desarrollo integral de todos sus estudiantes.

Durante 27 años la Fundación ha tenido el privilegio de trabajar con más de 570 establecimientos de 34 comunas de Maule, Bío Bío y Los Ríos. El trabajo en estas escuelas al sur de Chille, nos ha permitido conocer y compartir con muchos profesores, directivos y equipos Daem y ver en la práctica, cómo muchos de ellos han unido sus esfuerzos por impulsar acciones que permitan que los niños de sus escuelas aprendan, se desarrollen y desplieguen su máximo potencial. En estos años, hemos sido testigos del valor de la colaboración entre profesores, entre escuelas y con la comunidad escolar y también, del importante rol que juegan los líderes educativos para favorecerla: sostenedores, directivos, profesores. Hemos visto cómo directivos junto a sus equipos trabajan día a día buscando nuevos caminos y formas para mejorar el quehacer en sus escuelas, y cómo en ese andar han ido descubriendo, probando y aprendiendo nuevas formas de organizarse, de trabajar y lograr un mejor aprendizaje para sus estudiantes. Estamos convencidos que cada escuela y cada comuna tiene esa capacidad y que el liderazgo educativo juega un importante rol en la mejora.

Podemos señalar, en sintonía con la evidencia científica que el liderazgo educativo es una fuerte palanca para movilizar y sostener el cambio al interior de los establecimientos educativos. Es por esto que nos hace sentido afirmaciones como que “el liderazgo escolar sólo es superado por la enseñanza en aula como factor de influencia para el aprendizaje de los estudiantes” (Day et al, 2011); o la que indica que “hasta donde sabemos, no existe ningún caso documentado sobre alguna escuela que haya logrado dar un vuelco en la trayectoria de resultados de sus estudiantes sin tener un liderazgo talentoso” (Leithwood et al, 2007: 5).

En estos años, acompañando y apoyando escuelas en terreno, hemos evidenciado que los líderes educativos exitosos o talentosos, que promueven mejores aprendizajes de sus estudiantes, tienen ciertas características comunes:

• Creen y confían en el trabajo que se realiza día a día en sus escuelas: saben que hay múltiples factores de contexto y estructurales que influyen y afectan el aprendizaje, pero saben también que ellos desde sus escuelas y comunas pueden marcar una diferencia.
• Tienen altas expectativas hacia sus estudiantes y su futuro: creen que todos los niños y niñas de sus escuelas pueden aprender y que ellos deben buscar formas de apoyarlos para que lo logren, confiando así en las capacidades de sus estudiantes y responsabilizándose por su influencia.
• Sostienen y apoyan las capacidades de sus docentes y de los diferentes profesionales de la comunidad educativa: saben que para lograr que todos aprendan, el rol de los profesores es clave. Por esto abordan de manera explícita su formación permanente y la identificación de buenas prácticas, potenciando el trabajo colaborativo y la mejora continua.
• Se esfuerzan por construir coherencia entre la visión de futuro y la operación cotidiana, lo que implica soñar en grande e ir paso a paso construyendo en el día a día las condiciones para lograrlo.
• Creen que ellos tienen un rol en lo pedagógico: esto implica estar permanentemente presentes, indagando y conversando respecto de los aprendizajes que se trabajan, aprender junto a su equipo, conocer y ver los aprendizajes de sus alumnos y establecer vínculos con la comunidad, lo que moviliza y da energía a la vida de sus escuelas.

Hemos constatado además que los procesos de cambio y mejora escolar, no son producto de la suma de esfuerzos individuales independientes, sino, por el contrario, para que ocurran se requieren esfuerzos colectivos que promuevan avances sistémicos y articulados, ya sea desde la sala de clases al nivel escuela, o desde las escuelas al nivel comunal y/o articulados desde el nivel central-comunal hacia los directivos y escuelas y desde ellos a sus profesores. Es aquí donde hemos visto más presente y de manera más determinante el rol de los líderes educativos talentosos. Los mayores resultados de avance en las metas de las escuelas con las que hemos trabajado, se han dado cuando concurren en un circulo virtuoso la coexistencia de maestros que son líderes pedagógicos con sus alumnos, y -al mismo tiempo-, entre sus pares, una figura de Director(a) y equipo directivo con un rol de gestión y liderazgo centrado en el aprendizaje e inspirador hacia su equipo y un sostenedor involucrado que equilibra de manera positiva sus funciones administrativas con procesos de orientación, acompañamiento y monitoreo de las metas que las escuelas en su conjunto han acordado alcanzar.
Afortunadamente, podemos decir que no en pocas oportunidades hemos podido ser parte y colaborar en esta combinación virtuosa, a partir de la cual, toda propuesta de formación o desarrollo profesional no solo se hace más realizable, sino que su impacto y sustentabilidad dentro de cada establecimiento tiene garantizada su continuidad.

Pese a la experiencia y a la evidencia, sabemos que no hay recetas o balas de plata, no hay modelos externos o internos infalibles ya que las circunstancias de cada comuna y escuela son diferentes. Nuestra experiencia nos permite afirmar que el liderazgo educativo es una palanca imprescindible para lograr la mejora escolar y que debemos fortalecerlo.