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La Educación Parvularia (EPA) constituye un nivel clave para el desarrollo integral de niños y niñas entre los 0 y 6 años. La institucionalización de este nivel, con la creación de la Subsecretaría y la Superintendencia EPA en el año 2015, ha permitido relevar su carácter formativo y pedagógico, dejando atrás una visión asistencial o solamente preparatoria. Un hito relevante en este proceso ha sido el reemplazo del término “preescolar” por “educación parvularia” en documentos normativos y marcos orientadores, lo que refleja un cambio profundo en la comprensión y valoración de este nivel educativo.

En esta misma línea, la creación de referentes propios del nivel, como el Marco para la Buena Enseñanza, el Marco para la Buena Dirección y Liderazgo Educativo, y los Estándares Indicativos de Desempeño, ha sentado las bases para una mirada más profesionalizante del liderazgo en este ámbito. Estos instrumentos reconocen los énfasis y sentidos del trabajo pedagógico en la primera infancia, orientando el quehacer de educadoras, técnicas, directoras y sostenedores desde una perspectiva integral y sistémica.

Este escenario exige la formación de liderazgos que promuevan comunidades educativas centradas en lo pedagógico, sustentadas en un conocimiento sólido del desarrollo infantil, y orientadas a establecer una cultura educativa que favorezca vínculos socioafectivos seguros, fomente la inclusión y reconozca a las familias y comunidades como actores esenciales en el proceso formativo.

Este liderazgo, ejercido en su mayoría por mujeres, visibiliza un liderazgo femenino que, a lo largo del tiempo, ha sostenido la educación de la primera infancia, muchas veces en contextos marcados por la vulnerabilidad social, económica y emocional. Reconocer, fortalecer y acompañar ese liderazgo es una tarea urgente y estratégica.

Dado lo anterior, el programa Fortaleciendo competencias e instalando capacidades de liderazgo y gestión directiva en actores clave de Educación Parvularia, implementado en las macrozonas norte, centro, sur y extremo sur del país, busca desarrollar capacidades directivas y prácticas de liderazgo que promuevan el aprendizaje y desarrollo profesional de los equipos educativos, con foco en garantizar procesos pedagógicos de calidad para todos los niños y niñas.

Uno de los desafíos que enfrentan las lideresas en Educación Parvularia es la fragmentación de las trayectorias educativas. Muchos jardines infantiles solo cuentan con algunos niveles del ciclo, como sala cuna o nivel medio, mientras que diversas escuelas imparten únicamente los niveles de transición como un nivel que prepara a niños y niñas para la educación básica, lo que dificulta la continuidad de los procesos formativos y afecta la calidad de la experiencia educativa. Esta discontinuidad ha sido objeto de debate tanto en el ámbito académico como en el sistema educativo en general.

Frente a esta realidad, el liderazgo en EPA debe ser visionario y estratégico, capaz de articular redes institucionales y comunitarias que aseguren transiciones armoniosas y contribuyan a reducir brechas desde los primeros años, sin perder de vista uno de los principios pedagógicos fundamentales del nivel: el juego como estrategia de enseñanza y aprendizaje.

Es así como el rol de la directora o lideresa pedagógica va mucho más allá de la gestión administrativa. Ella tendrá que influenciar a sus equipos, ser mediadora cultural y promotora del aprendizaje profesional continuo. Por ello, se requiere una formación específica en liderazgo en Educación Parvularia, que reconozca las particularidades del saber pedagógico en la infancia temprana y que entregue herramientas para liderar desde una perspectiva ética, cuidadosa y transformadora.

La Educación Parvularia tiene, además, un vínculo insustituible con las familias y comunidades. Las lideresas de este nivel no solo gestionan aprendizajes, sino que también construyen relaciones, crean comunidad y generan espacios de corresponsabilidad educativa. Su liderazgo está anclado en la escucha activa, la construcción de confianzas y la apertura a la participación significativa de todos los actores involucrados.

Consolidar un liderazgo contextualizado y pertinente en la Educación Parvularia es, sin duda, una apuesta estratégica para el sistema educativo en su conjunto. Implica reconocer la primera infancia como etapa fundante del desarrollo humano, y a quienes la lideran como actores esenciales en la construcción de trayectorias educativas más justas, inclusivas y humanas. Porque la transformación de la educación comienza, precisamente, desde sus cimientos más delicados y esenciales.