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En 2019 realizamos un estudio de sistematización y revisión de las mediciones de liderazgo utilizadas en grandes estudios educativos internacionales y en el SIMCE. El propósito del estudio era comparar los marcos conceptuales y metodológicos con los que se habían producido datos a gran escala sobre liderazgo en Chile durante los últimos años. Con esto, queríamos saber qué se entiende por liderazgo, cómo se está midiendo en estudios cuantitativos a gran escala y qué diagnóstico se podía hacer para Chile, en comparación con América Latina.

Revisamos 4 estudios: (1) Programme for International Student Assessment (PISA) del año 2015, (2) Teaching and Learning International Survey (TALIS) del año 2018, (3) Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) del año 2013 y (4) Sistema de Medición de la Calidad Educativa (SIMCE) del año 2016. En los tres primeros, que corresponden a estudios internacionales, el liderazgo es considerado parte del contexto institucional de los estudiantes y se relaciona con las políticas de efectividad educativa, en el entendido de que es un aspecto relevante para explicar los procesos y resultados de aprendizaje. En el SIMCE, si bien se han realizado análisis relativos al liderazgo educativo, no existe un informe técnico actualizado de los marcos conceptuales o analíticos de referencia para la construcción o análisis de los indicadores.

A partir de esta revisión, concluimos que el liderazgo educativo ha sido conceptualizado y medido con énfasis en el rol pedagógico del líder y en la integración y participación de los docentes en los procesos de toma de decisiones, planificación de objetivos y planes de mejoras. Teóricamente, la mayoría de los abordajes del liderazgo se pueden enmarcar en la literatura del liderazgo pedagógico y distribuido.

Al revisar los indicadores específicos utilizados para medir el liderazgo educativo, nos encontramos con que tienen una alta deseabilidad social y una carga normativa derivada tanto de la literatura como de las políticas y normativas en que se enmarca el quehacer de los directivos. En la literatura sobre liderazgo, generalmente se describen prácticas exitosas y se prescriben los énfasis que deben tener los líderes educativos para mejorar el aprendizaje. A su vez, las políticas y normativas destacan el rol pedagógico y de mentor de los líderes sin una conexión explícita con las tareas y funciones que los directivos realizan en los establecimientos. Debido a esto, los datos producidos sobre liderazgo entregan resultados muy positivos y con poca varianza, especialmente al interior de cada país. Las escalas producidas parecen actuar como bloques al interior de los países sin que haya diferenciaciones claras entre los indicadores.

La construcción de indicadores para medir el liderazgo a gran escala también conlleva ciertas discusiones metodológicas. En nuestra revisión encontramos dos determinaciones metodológicas importantes. La primera tiene que ver con medir el liderazgo a partir de preguntas de autorreporte, en las que los directores responden sobre su propio quehacer, o bien, a partir de preguntas dirigidas a los docentes sobre las prácticas de los equipos directivos. En el análisis de datos, notamos que el liderazgo medido desde la percepción de los docentes, de forma agregada, produce indicadores más confiables que el autorreporte de los directores. Son justamente estas últimas escalas las que tienen asociaciones significativas con los resultados de los estudiantes, a diferencia de las escalas de liderazgo de autorreporte. La segunda determinación metodológica relevante tiene que ver con la estructura de las preguntas que pretenden medir el liderazgo. Los indicadores que preguntan por la efectividad de las prácticas de liderazgo en lugar de la frecuencia de realización de estas prácticas por parte de los equipos directivos parecen generar mayor dispersión y tener una mayor capacidad explicativa.

Analizando el conjunto de mediciones de liderazgo, nos parece que las escalas de liderazgo no forman parte de un modelo teórico sólido, lo que se traduce en una falta de asociaciones relevantes entre el liderazgo y los resultados de aprendizaje de los estudiantes y en inconsistencias entre las distintas escalas de liderazgo, incluso al interior de un mismo estudio, lo que nos hace cuestionar la validez de los indicadores generados. Dentro de las mediciones y conceptualizaciones de liderazgo revisadas, la más exhaustiva es la desarrollada en TALIS 2018, que, además de mediciones de liderazgo pedagógico y distribuido, abarca otros aspectos relevantes, como las características de los directivos y las características del sistema en que se insertan los establecimientos. Sin embargo, no queda claro cómo estas dimensiones se relacionan entre sí y cómo se pueden articular en un modelo de liderazgo y gestión a partir de éstas.

En este trabajo de revisión, observamos que existe una gran cantidad de datos que han sido producidos en el marco de estudios internacionales, que tienen la ventaja de utilizar muestras representativas y permitir la comparación entre una gran cantidad de países, pero cuyo uso en investigación sobre liderazgo que permita aportar en la construcción de políticas educativas es complejo. Esto nos habla de la necesidad de detenernos en la discusión sobre qué es el liderazgo educativo y cómo lo podemos operacionalizar y medir. Si bien existe evidencia y discusiones internacionales al respecto que son consideradas en la producción de los instrumentos revisados, no se han traducido en la construcción de indicadores precisos, consistentes y válidos que aporten a la discusión sobre el liderazgo educativo en el contexto internacional. Lo anterior nos lleva a la discusión más general sobre las definiciones de liderazgo, su aplicabilidad en la investigación cuantitativa a gran escala y sobre su utilización como lineamientos para los marcos normativos y las políticas educativas de nuestro país. En este sentido, nos parece necesario avanzar en la construcción de un concepto de liderazgo situado, que considere las especificidades organizacionales locales, problematizando las definiciones importadas, para avanzar en la generación de un modelo que nos permita evaluar el panorama sobre el liderazgo educativo en Chile y luego, trabajar en su desarrollo.