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En el marco del proyecto “Mentoría Pedagógica para la transformación de las prácticas docentes”, que forma parte de la línea de Innovación del CEDLE, hemos acompañado a 14 establecimientos escolares municipales en el proceso de implementación de la Mentoría Pedagógica. Esta metodología ha sido identificada como una de las herramientas de acompañamiento docente más efectivas y valoradas para conducir al profesorado hacia una reflexión e indagación profunda sobre su práctica, que se encamine a la mejora. Se sustenta en una alianza profesional entre pares -líderes escolares y docentes- que estimula el diálogo crítico sobre la enseñanza y el aprendizaje, en un espacio de colaboración y confianza, y en base a desafíos pedagógicos concretos.
Al instalarse la Mentoría Pedagógica como dispositivo de desarrollo profesional docente en un establecimiento educativo, directivos y profesores tienen la oportunidad de participar en conversaciones profesionales estructuradas, basadas en la práctica de estos últimos, con el fin de potenciar su capacidad cognitiva y aumentar su autonomía profesional. En dichas conversaciones, el mentor ejerce el rol de mediador, que consiste en construir y plantear preguntas abiertas y complejas que invitan a la reflexión y activan procesos mentales de autogestión en relación con el ejercicio profesional docente.
El propósito de esta columna es ilustrar parte del proceso de instalación de la Mentoría Pedagógica en una de las instituciones participantes del proyecto, la Escuela El Pino (nombre ficticio). Nuestra intención es destacar aquellas características del diseño del proyecto que, a juicio de los actores de la escuela, cobraron mayor sentido durante la implementación y que permitieron generar condiciones para la consecución de resultados positivos.

¿Cuáles son las características del diseño del proyecto de Mentoría Pedagógica que cobraron mayor sentido para directivos y docentes de la escuela El Pino?
Uno de los pilares del diseño del proyecto de Mentoría Pedagógica es el protagonismo de los docentes mentoreados. Para la escuela El Pino, este protagonismo cobró vida en la facultad de estos actores para decidir voluntariamente involucrarse en esta colaboración profesional. La participación de carácter voluntario fue relevante para los profesores de este centro educativo, puesto que muchas de las iniciativas precedentes de desarrollo profesional docente establecían la participación designada, socavando su motivación. Otro aspecto en el que se materializó el protagonismo de los docentes mentoreados fue en la oportunidad de decidir su propia necesidad formativa, en base a la que se estructuró el acompañamiento. Esta atribución resultó significativa para los mentoreados, en tanto legitimó su capacidad para identificar sus propios desafíos pedagógicos, acotarlos a un aspecto específico de su práctica y establecer estándares profesionales internos.
Otro de los pilares del diseño del proyecto de Mentoría Pedagógica es el liderazgo de los directivos escolares. Para la directora del establecimiento El Pino uno de los elementos que más resonó en su calidad de líder fue la necesidad de asumir un rol activo en el aprendizaje y desarrollo del profesorado, no solo promoviéndolo, sino también participando como un aprendiz más, aspecto que le permitió conocer de cerca las tensiones y desafíos que debe abordar un mentor pedagógico. A su vez, la directora jugó un rol clave generando dos condiciones organizacionales para la implementación de la Mentoría Pedagógica. La primera se refiere al aseguramiento del tiempo destinado a la puesta en práctica de la Mentoría en la escuela. Una de las decisiones de la directora fue asignar a las mentoras un horario protegido de 4 horas pedagógicas para la realización de las actividades que involucra este tipo de acompañamiento (reuniones mentor / mentoreado, observaciones de aula, planificación, trabajo colaborativo). Para dar sustentabilidad a este trabajo la directora además incorporó la Mentoría Pedagogía al plan de mejoramiento de la escuela, garantizando con ello recursos para su desarrollo.
La segunda condición organizacional se vincula con el empoderamiento de los docentes mentores, ejecutado por la directora. Este empoderamiento se concretó al posicionar a estos actores como líderes del desarrollo profesional de sus pares y como co-responsables de la dimensión técnico-pedagógica de la escuela, expandiendo este ámbito más allá de la figura del UTP.

¿Qué resultados preliminares se observan en la escuela El Pino en relación con la instalación de la Mentoría Pedagógica?
Desde la perspectiva de los actores, las características del diseño del proyecto de Mentoría Pedagógica han facilitado el logro de ciertos resultados en cuanto a la mejora de las prácticas de enseñanza, dentro de los cuales destacan:
Cambiar los modos de interacción docente / estudiante.
Aumentar la participación de los estudiantes en las clases y ayudarlos a ver a sus pares como un apoyo para el aprendizaje.
Asimismo, respecto del aprendizaje profesional docente, se releva:
Encontrar soluciones concretas y aplicables a los dilemas de enseñanza.
Fortalecer el profesionalismo docente de mentores y mentoreados, mediante el involucramiento en conversaciones reflexivas sobre la práctica.
La escuela El Pino ilustra elementos claves de un liderazgo pedagógico distribuido, donde directivos y docentes se muestran comprometidos plenamente con el desarrollo profesional, a través de la Mentoría Pedagógica. Este caso representa un poderoso modelo de colaboración y reflexión entre profesores, apoyados por una líder que tiene una visión estratégica del mejoramiento de su escuela. Adicionalmente, es un ejemplo de lo que puede suceder con un grupo de adultos comprometidos que trabajan juntos hacia un objetivo compartido: el de mejorar los resultados educativos de los estudiantes.