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A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, en Chile la educación media técnica
profesional (EMTP) presenta características destacables. Cerca de 165.000 estudiantes cursan
algunas de las 35 especialidades que se imparten en los dos últimos niveles de la educación
obligatoria, representando al 40% del total de la matrícula de los niveles de 3° y 4° medio. Más de
940 establecimientos educacionales ofrecen esta modalidad formativa acogiendo,
mayoritariamente, a los estudiantes de los segmentos más pobres de la sociedad. En efecto, el
65% de la población estudiantil de la EMTP corresponde a jóvenes que provienen de familias de
los dos quintiles de mayor pobreza, y el 60% de los liceos que imparten educación técnica se
encuentran en el decil de mayor vulnerabilidad.
Pese a esta evidencia, en todos estos años la EMTP ha sido desvalorizada (o por lo menos
desatendida) por las políticas educativas y las propuestas curriculares a nivel nacional que, por lo
general, han estado mayormente orientadas hacia un modelo predominante que resalta el
conocimiento académico y la formación científico-humanista, relegando a un plano de inferioridad
social los aspectos referidos a la preparación y desarrollo de las personas en las áreas del
conocimiento técnico, el desarrollo de las habilidades corporales, y el quehacer laboral en sí
mismo.
Ha sido, en buena parte, la propia demanda de los estudiantes y sus familias lo que ha sostenido
este sistema de formación pese a las dificultades ciertas de organización e implementación
curricular en la gran mayoría de los establecimientos, la escasez endémica de recursos, y las
debilidades institucionales para sostener una oferta educativa que esté a la altura de los
requerimientos y desafíos socio-productivos del país. En la actualidad, los egresados de la EMTP
no solo cuentan con una formación que les permite hacer frente al mundo del trabajo (más allá de
si esas herramientas son suficientes o adecuadas *1 ) sino que, crecientemente, un porcentaje
importante de los egresados de este sistema se incorporan a la educación superior y muy
particularmente a carreras del área técnica en Centros de Formación o Institutos Profesionales. El
año 2017 un poco más del 44% de la cohorte de egresados de la EMTP se inscribió en alguna
carrera de educación superior; la tendencia observada en el último tiempo indica que esta
proporción se incrementa en los años posteriores, toda vez que un número importante de jóvenes
desarrollan trayectorias largas que combinan experiencias de educación y trabajo, aspecto
distintivo que los diferencia con sus pares de la modalidad científico-humanista (EMCH).
Los establecimientos educacionales que imparten educación técnica son, en su totalidad, públicos
o con vocación pública *2 . Un poco más de la mitad de estos son de dependencia municipal, el 42% corresponde a establecimientos de dependencia particular subvencionado (con una importante
participación de organizaciones de tipo religiosa) y existen 69 establecimientos que son de
administración delegada, la mayoría de dependencia de organizaciones empresariales y que
reciben una modalidad de financiamiento estatal por convenio a diferencia del resto que deben
sustentar sus actividades mediante el mecanismos de subvención a la demanda.
En este marco, un ámbito de interés para la investigación educativa, y sobre el cual existe una
débil evidencia, tiene que ver con las modalidades de gestión institucional y las prácticas de
liderazgo directivo al interior de establecimientos que imparten Educación Media Técnico
Profesional. Aunque resulte evidente señalarlo, en términos concretos, los equipos directivos de
estos centros educacionales no solo tienen que realizar el conjunto de tareas y funciones propias
de cualquier establecimiento tradicional de educación científico humanista; junto a esto, el desafío
es cumplir de manera adecuada las tareas propias de la implementación de la formación
diferenciada.
Es posible resaltar tres ámbitos críticos donde la gestión institucional juega un rol crucial para el
cumplimiento de los objetivos educativos de esta modalidad: (a) El proyecto estratégico de
orientación vocacional, asociado al cumplimiento del doble rol de formación para el trabajo y
continuidad de estudios de los jóvenes que estudian educación técnica; esto implica desarrollar
capacidades institucionales adecuadas para la canalización de intereses y motivaciones tempranas
de los estudiantes, así como también, alcanzar niveles de flexibilidad curricular en función del
propio proceso formativo y construcción de proyecto personal de los jóvenes. (b) Un segundo
ámbito crítico alude a la necesidad de articulación de los procesos de enseñanza y aprendizaje,
donde la articulación entre formación general y formación en especialidades es particularmente
relevante. Los estudios en este ámbito destacan este problema (expresado en el desinterés de la
gran mayoría de los estudiantes por las materias de formación general), evidenciando la imperiosa
necesidad de un modelo de gestión institucional que ponga acento a esta problemática (c)
Finalmente, un tercer ámbito distintivo de la gestión institucional tiene que ver con las acciones de
vinculación con el entorno, y muy particularmente el vínculo con actores productivos locales o
regionales. Aunque algunos establecimientos cuentan con redes institucionales favorables para
esta tarea (como ocurre en el caso de los establecimientos de administración delegada), en
sentido estricto, esto representa una excepción a la regla, existiendo una gran interrogante acerca
del tipo de gestión (y, por cierto, liderazgo directivo) que es necesario realizar para lograr este
objetivo intrínseco a la provisión educativa técnico profesional.
Para dar cuenta de esta problemática, un equipo de la Facultad de Educación de la Universidad
Alberto Hurtado está realizando una investigación sobre los procesos organizativos y los
procedimientos existentes para abordar estos y otros desafíos al interior de establecimientos que
imparten la EMTP en el país. A partir de una investigación cualitativa centrada en el análisis de
casos, se intenta analizar algunos modelos predominantes de gestión y liderazgo institucional, las
estrategias de construcción de redes para el cumplimiento de las tareas cotidianas y, muy
particularmente, los mecanismos implícitos (el ejercicio del poder, los rituales de interacción) que
organizan el quehacer institucional de los liceos EMTP.
El reconocimiento de cómo se hacen las cosas y las mejores estrategias para cumplir el desafío de
formación de los jóvenes que concurren a la educación técnica, puede ayudar a perfilar de mejor
manera políticas de apoyo a los centros educacionales que imparten esta modalidad formativa; de
este modo será posible reducir la enorme brecha de desinterés y desidia que ha caracterizado hasta el presente la relación de las políticas educativas con la educación técnica profesional en
nuestro país.

1. Cuestión que, por lo demás, nadie puede demostrar seriamente: no existe ningún instrumento que mida la
calidad de la educación técnica actualmente impartida y los juicios que se esgrimen a su favor o en contra de
esta, responden a cuestiones de tipo subjetivo o meramente experiencial.
2. La provisión EMTP se concentra en las comunas más pobres del país. En algunas ciudades importantes,
como ocurre en el caso de Valparaíso, los establecimientos que imparten formación técnica casi duplican al
total de centros educativos científico humanistas.