Volver atrás
El Programa de Inducción a Directores Noveles terminó este 2024 su segunda versión, dejando una gran experiencia y aprendizaje no tan solo en sus directores y directoras participantes, sino también en los mentores que acompañaron los procesos individuales de cada uno de ellos.
Gracias al convenio entre el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) del MINEDUC y la Facultad de Educación UDP, es que 44 participantes, pertenecientes a establecimientos educacionales de la Región Metropolitana, se gradúan en esta promoción, quienes luego de casi un año han dado un gran salto en su proceso de crecimiento y perfeccionamiento como líderes escolares.
En cuanto a los módulos y las actividades realizados en el programa, Wilda Videla, Megamentora del programa, recalca que “los módulos de mentoría y comunidades de aprendizaje han representado un espacio de desarrollo profesional innovador, distinto a los enfoques tradicionales de enseñanza-aprendizaje. En estos módulos, no existe la figura de un docente tradicional, sino la de mentores que, a través de la reflexión, invitan a directoras y directores a explorar sus creencias, fortalezas y desafíos desde el rol directivo. Ambos módulos han permitido reflexionar sobre el liderazgo en el contexto actual, impulsando prácticas pedagógicas transformadoras y fomentando una cultura de reflexión y colaboración, que ha tenido un impacto positivo en la calidad educativa y el bienestar de las comunidades escolares de nuestros directores y directoras en formación”.
La experiencia y el aprendizaje que se llevan los participantes de este programa, sin duda que marcará un antes y un después en el desempeño de su liderazgo como directores y directoras escolares.
En este sentido, Alejandra Acevedo, Coordinadora Académica del programa, afirmó que, “hay dos cosas fundamentales que se llevan, además de todo lo que contiene el programa. Una de ellas es la integración teoría-práctica y el aprendizaje colaborativo a partir de compartir e intercambiar experiencias con otros. En el caso del módulo de mentoría, los directores(as) se llevan este proceso
de acompañamiento, que lo hace una persona que es un par, que ha ejercido ese mismo rol, y vive la experiencia de ser acompañado, pero que también puede aportar a la experiencia de ese mentor, que aunque tiene una trayectoria un poco más larga, logra tener nuevos aprendizajes guiando a otros. Rescato lo de tener la humildad de ponerse al lado de otro y aprender de ese otro, de manera colaborativa y fraternal. En segundo lugar, se llevan la experiencia del trabajo de campo, ya que enriquece mucho conocer otras experiencias de educación pública o de educación financiada por el estado. La diversidad que pudimos observar, escuchar y experimentar fue muy interesante y, lo que más relevo ahí, es la motivación y reencantamiento que se genera desde el rol de escuchar a otros cómo asumieron su función de director. También alivianar esa presión de que ‘el director es responsable de todo y además es un cargo muy solitario’. Al generar este trabajo de intercambio con otros directores, aparece una sinergia, un trabajo en red distinto, y que ser líder escolar permite tener esta mirada en red sistémica y de un real trabajo colaborativo, aprender de otros y colaborar desde la experiencia de cada uno, con otros”.
Las mentorías
Parte fundamental de esta formación corresponde a las mentorías, que permiten desarrollar herramientas y estrategias de análisis y cambio de la cultura escolar, en los/as directores/as noveles. Así también, fortalecer competencias de reflexión en los/as directores/as noveles que les lleven a analizar críticamente sus propias creencias y decisiones. Y, finalmente, apoyar el desarrollo del Plan de Mejoramiento Educativo (PME) con énfasis en los aprendizajes, el desarrollo integral y la contención socioemocional de sus estudiantes.
De sus experiencias como mentores, Francisco Moris, director del Colegio Peumayén (Padre Hurtado), compartió que: “A través de esta experiencia, he redescubierto el verdadero sentido del liderazgo. Acompañar con humildad, escuchar con empatía y trabajar con convicción para afrontar los desafíos desde una mirada compartida. Cada conversación, cada reflexión conjunta, ha sido una lección profesional y de vida, una reafirmación de que el rol directivo es más que una gran responsabilidad administrativa; es un compromiso emocional y vocacional con la comunidad educativa estando siempre al centro de los estudiantes”.
Así mismo, para Verónica Cortés, directora de la Escuela Juan José Latorre Benavente (Valparaíso), “las mentorías permiten un trabajo personalizado con cada director/a, se genera un vínculo cercano y de confianza, lo que promueve una reflexión contextualizada de la realidad y contexto vivido, junto con ello en ocasiones se transforman en espacios protegidos de contención para los
directores/as, lo que les ayuda a enfrentar el desafío que significa asumir el liderazgo de un establecimiento educacional con sus expectativas y la realidad de las acciones diarias”.
Para Claudia Arzola, directora de la Escuela Carolina Vergara D276 (Estación Central), “las mentorías cumplen un rol clave en la reflexión directiva, pues al estar diseñadas como un acompañamiento constante hacia el directivo novel, permiten un diálogo profundo e íntimo, pues poder compartir en el lugar donde se desempeña el director/a, genera confianza y cercanía contribuyendo a que el proyecto de mentoría sea un trabajo no solo para la mejora de necesidades diagnosticadas en las áreas de gestión, sino que además se convierten en momentos para analizar y resolver en conjunto contingencias y dificultades que emergen de la naturaleza del cargo directivo”.
Con respecto al aprendizaje colaborativo y en comunidad, la experiencia entre los mentores con respecto a su impacto entre los participantes ha sido muy positiva. Francisco Moris afirma: “Estos espacios han trascendido lo profesional, creando un entorno de confianza y conexión humana que permite mirar más allá de las dificultades y encontrar juntos caminos hacia la mejora. Como mentor, doy las gracias por haber podido presenciar, cómo el liderazgo florece cuando se nutre del apoyo mutuo, de la reflexión conjunta y de la capacidad de escuchar al otro con el corazón abierto. Este trabajo en comunidad ha mostrado que el verdadero liderazgo no se ejerce en soledad, sino en la construcción compartida de un propósito mayor, el bienestar y el éxito de cada persona que forma parte de la comunidad educativa”.
Para Verónica Cortés, “las comunidades de aprendizaje han tenido un impacto positivo, les ha permitido construir redes de trabajo, donde comparten sus experiencias respecto de temas comunes, presentan prácticas exitosas y otras no tanto, reflexionan a partir de ellas, buscan elementos comunes que les facilitan la toma de decisiones y en conjunto han resuelto situaciones críticas a las que se han visto enfrentados durante este proceso”.
La directora Claudia Arzola, mencionó: “se dice que ser director(a) ‘es un cargo solitario’, puede ser cierto en la medida que la persona no se involucre con sus pares, sin embargo, cuando existe la posibilidad de realizar trabajo colaborativo o intercambio de experiencias, se fortalece el poder de escucha, la generosidad, la admiración por el otro, el sentirse par, dejando atrás egos e inseguridades, pues el foco está en crecer y ampliar la mirada de líder, para generar cambios y sentirse acompañados, transformándose en un gran aprendizaje para quienes integran una comunidad de colaboración y aprendizaje”.
La experiencia de los noveles
Sin duda que el desempeño de un cargo directivo escolar presenta múltiples desafíos, y si a eso se le suma que el trayecto está recién comenzando para quien lo asume, la verdad es que el apoyo, la contención y la entrega del conocimiento adecuado vienen a encender una luz para que el tránsito de este camino sea enriquecedor, motivante y de mucho crecimiento, no tan solo para el directivo, sino para toda la comunidad educativa que lidera en el establecimiento educacional.
Para Catalina Cisternas, directora de la Escuela Especial Andalué (Maipú), “la experiencia de la mentoría es realmente importante para un director(a) que está iniciando este camino, ya que te permite vivenciar cómo debe ir avanzando en la práctica, apreciar un modelo, vivenciar los procesos, escuchar y consultar, en el fondo aprender colaborativamente de un otro y con otro….es un aprendizaje desde la teoría y la práctica escolar. Agradezco las visitas, las reuniones con mi directora mentora, las clases y todo lo que logré aprender con este programa. Me siento agradecida, con más herramientas y segura de lo que debo enfrentar día a día”.
Por su parte, Matías Aránguiz, director del Centro Educacional Cardenal José María Caro (Lo Espejo), planteó que “gracias al curso, sobre todo con las herramientas asociadas a las habilidades emocionales, habilidades blandas, habilidades para tratar con las personas, para gestionar la confianza y gestionar grupos aunados de seres humanos, es que se dio una primera instancia para
afiatar un grupo de gestión bien concreto y establecido. Por otro lado, también el curso me permitió conocer y adquirir herramientas para poder gestionar grupos humanos, especialmente para instalar una filosofía de trabajo que me ha permitido lograr que los funcionarios estén contentos de su lugar de trabajo, se sientan motivados para venir a trabajar y comprendiendo la importancia de su función dentro de la escuela. Uno de los elementos centrales que he podido instalar, gracias a los conocimientos del curso, es el liderazgo distribuido, se ha logrado que los trabajadores, los docentes, los asistentes se sientan gratos en su lugar de trabajo. En tercer lugar, conocer otras experiencias de trabajo que me han permitido conocer y detectar que todo tiene su curso, su tiempo de implementación, eso lo pude identificar en otras experiencias de otros directores. Desde mi punto de vista, ha sido bastante gratificante aprender estas herramientas que me ha generado el acompañamiento de la mentoría, en que efectivamente hay una entrega de conocimiento, de experiencia, de camaradería con otros directores que me han permitido mejorar mis habilidades como director, y por otro lado, también ser un director reflexivo, autocrítico y que busca el bienestar de sus funcionarios, los asistentes y los docentes del colegio”.
En relación con el aprendizaje colaborativo y en comunidad, Nelson Bobadilla, director de la Escuela Nueva Zelandia (Independencia), se refirió a dos focos en su proceso de aprendizaje: “Uno de ellos vinculado directamente con el trabajo de la CAP Los Mapochinos, en la cual nuestra cercanía, marcada por el contexto del traspaso al SLEP Mapocho, nos otorgaba un grado de contacto que facilitó, en conjunto, una visión compartida del valor político-pedagógico de la Educación Pública, la construcción de confianzas y permitió desde ahí que pudiéramos realizar trabajos con muy buenos resultados, no solo en la calificación sino en la reflexión alcanzada para lograr las síntesis necesarias en un grupo-equipo. Por otro lado, esta experiencia no solo fortaleció mi aprendizaje, sino que animó mi ejercicio directivo para promover la conformación de CAP entre los docentes de la escuela, considerando que nadie comienza siendo experto, aprendemos haciendo, errando y corrigiendo, nos lanzamos a la práctica metodológica colectiva. En este sentido, la participación en el grupo del curso directores noveles posibilitó un aprendizaje situado en mi ejercicio cotidiano, con resultados que se irradiaron hacia el equipo de gestión de la escuela y principalmente hacia el cuerpo docente”.
Así también, Karina Vergara, directora de la Escuela Básica Likan-Antai (Conchalí), expresó que “dentro de mi experiencia, la colaboración entre escuelas es relevante ya que permite obtener e intercambiar diferentes experiencias efectivas y que también pueden ser innovadoras interinstitucionales que cuentan con características similares y que puedan ser replicables a la propia organización. Asimismo, se adquieren conocimientos, herramientas y estrategias provenientes de otros profesionales y/o técnicos para la mejora de las propias prácticas pedagógicas dentro de mi escuela. El desarrollo profesional también se obtiene en instancias de colaboración y cooperación en comunidades o redes de aprendizaje con integrantes de otras comunidades educativas. Acorde a mi experiencia, creo que los factores que pueden incidir en que una escuela pueda aprender de otra es la generación de instancias de colaboración, la disposición al aprendizaje, la validación del desempeño pedagógico de otros profesionales y/o escuelas, la confianza relacional, el espíritu de superación de los integrantes, la motivación, las características de las escuelas que comparten experiencias de prácticas pedagógicas con la comunidad”.
Parte importante de esta formación, lo constituye la integración teórico-práctica que se lleva a cabo a través del trabajo de campo. En este sentido, Daniela Muñoz, directora de la Escuela Millahue (Cerro Navia), afirmó que “el trabajo de campo permite conocer las estrategias, es decir, cómo una unidad educativa abarca y da cumplimiento a sus necesidades. Desde allí que el aporte de esta experiencia es fundamental, puesto que los módulos teóricos nos entregan y enseñan mucho acerca de lo que hay que cumplir y hacer, nos muestran en gran medida la meta a cumplir, el ideal. Podemos poner a prueba estos conocimientos, puesto que el/la líder que nos recibe, nos brinda su experiencia y sus competencias, dándonos a nosotros, los directores noveles, la oportunidad de preguntar el cómo, es decir, conocer el proceso que han transitado en la realidad cada unidad educativa, para cumplir este ideal. Para mí, es casi una inyección de esperanza que nos permite hacer consciente que sí se puede, de diversas formas, llevar a cabo aquello que la teoría nos plantea”.
Respecto de esta misma experiencia, Diego Pacheco, director de la Escuela Básica Rural Lipangue (Lampa), contó que “la combinación de los módulos teóricos y el trabajo de campo es realmente valioso para el proceso de transferencia de aprendizajes. Los módulos teóricos me proporcionaron una base sólida de conocimiento y conceptos que son esenciales para entender el contexto y los principios detrás de lo que estamos aprendiendo y cómo lograrlo. Por otro lado, el trabajo de campo permite aplicar estos conocimientos en situaciones reales, compartir experiencias y aprender del otro”.
Tomando en cuenta estas experiencias, se evidencia que, por medio de esta integración, pueden alcanzar uno de los objetivos de esta etapa de la formación y es percibir, a través de una experiencia pertinente y real, cómo se lleva a cabo en la práctica aquello que se está planteando de manera teórica, pero que es totalmente aplicable y factible de obtener resultados en su propio contexto educativo.