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Es parte del grupo de docentes y directivos que ha participado en la investigación que dirige Javier Pascual, “Convertir la adversidad en oportunidad: liderazgo para la innovación educativa en tiempos de crisis” (Fondecyt), que aborda las diversas experiencias en innovación educativa que han tenido nueve líderes escolares durante la pandemia. 

Es profesora de historia, geografía y ciencias sociales y, actualmente, se desempeña como Asesora en innovación escolar en la Fundación Súmate (Hogar de Cristo) y es Directora Ejecutiva y fundadora de Escuela Global.

Su innegable espíritu líder y emprendedor lo ha volcado por completo en su pasión por la educación. La evidencia salta a la vista en la experiencia educativa que implementó durante 2022, cuando era parte del equipo de la escuela de reingreso Betania, en la comuna de La Granja, que pertenece a la Fundación Súmate del Hogar de Cristo. Tanto así, que la impulsó a recibir el año pasado el Global Teacher Prize Chile, una importante distinción en el área educativa.

Diseñó un cuadernillo de 137 páginas a todo color, con el que estudiaron los discursos de la Alemania nazi y el proceso del holocausto. Este cuadernillo incluyó actividades para potenciar las habilidades creativas, emocionales, sociales y éticas de los estudiantes y se complementó con la lectura del Diario de Ana Frank. Así también, diseñó herramientas gráficas, invitó a un sobreviviente para que compartiera su testimonio y visitaron el Museo Judío de Chile. Durante tres meses transformó la crisis que atravesaban los estudiantes, principalmente generada por la pandemia, en una gran oportunidad de cambio y crecimiento.

Su experiencia como estudiante fue decisiva

Su sello como profesora, está muy marcado por su propia experiencia de estudiante: “Fui muy privilegiada por el tipo de educación que tuve, por distintas razones. Pero lo central es que desde pequeña percibí que aprender era algo apasionante y no sólo lo percibía yo, sino todos mis compañeros, porque el colegio era entretenido, las clases eran entretenidas, con metodologías de aprendizaje muy activas, lo pasé muy bien aprendiendo”. 

Justamente, éste fue uno de los choques con la realidad que experimentó cuando empezó a trabajar en contextos de mayor vulnerabilidad y se dio cuenta que la educación chilena era aburrida, inconexa, ya que no había ninguna relación entre una clase y otra, y el curriculum tenía contenidos que no les encontraba el sentido.

En su reflexión durante la investigación comentó que: “no es que yo sea la mejor profesora de Chile, sino que tuve una experiencia de aprendizaje muy potente que me llevó desde mis inicios como profesora a generar experiencias de aprendizaje que fueran significativas para los alumnos. Lo central está en cómo entiendo el aprendizaje”.

En su primera experiencia de aula evidenció que con una cultura de alta expectativas, incluso en contextos muy difíciles, y generando experiencias significativas de aprendizaje, los estudiantes brillaban: “Luego entonces se me generó la idea de que no hay excusas para el aprendizaje”. 

Al ir incorporando otras experiencias como profesora en escuelas en contextos de alta vulnerabilidad, fue percibiendo otros factores que influencian el mundo educativo. En este sentido, “lo impactante fue darme cuenta de que la cultura de altas expectativas no estaba presente, y me di cuenta de que uno de los mayores problemas de la educación chilena es que no existen altas expectativas, se piensa que los estudiantes no pueden. Ahora veo con claridad que no está instalada esa urgencia de cumplir con altas expectativas, y me doy cuenta nuevamente que es por mi experiencia educativa, en que todo estaba dispuesto para que yo aprendiera, desde mi trayecto al colegio, cuando me recibían, etc. Pero esta experiencia no la ha vivido casi el 99,9 % de los chilenos”, afirma María Francisca Elgueta.

Creer en ellos es fundamental

De acuerdo con su percepción de las vivencias propias, los estudiantes vibran cuando aprenden y recalca, que lamentablemente esto lo están excluyendo de la educación. “Aquí está mi bandera de lucha, el aprendizaje socioemocional se da manera conjunta, no en una clase aparte, va todo entrelazado, así también con la formación ciudadana, hemos estado construyendo la educación de manera desmembrada cuando en realidad esos aprendizajes tienen que hacerse juntos”, expresa la profesora.

La lectura que hicieron del Holocausto y El Diario de Ana Frank combinó todo eso. su objetivo era generar en los estudiantes un vínculo con algo que a ellos les fuera a hacer sentido, donde pudieran desarrollarse cognitivamente, y también potenciar habilidades sociales, emocionales, éticas, interculturales, que los preparen para ser también ciudadanos críticos. Y el Holocausto es una historia de marginación, de exclusión, etc. Todo esto, dentro de una cultura de altas expectativas: consiguió los medios para hacer la mejor impresión del cuadernillo con el que los estudiantes iban a trabajar. Para explicar concretamente a qué se refiere, plantea lo siguiente: “¿Cómo le digo a mi estudiante que es merecedor de una buena educación, que tiene que salir después a soñar la sociedad que queremos para el mundo, si le estoy diciendo que él es merecedor de una hoja mal fotocopiada?”.

El estudiante va a querer estar ahí

Ella sabía el efecto que esta experiencia iba a tener. Muy consciente de que si quería que esto resultara, tenía que hacerlo lo mejor posible y por eso desde la primera clase que introdujeron la Unidad del Holocausto y el Diario de Ana Frank, tuvo efectos. Fue una experiencia positiva desde el primer día, aclara María Francisca. 

Según explica, esto es una cultura de altas expectativas e implica también eliminar las justificaciones de por qué no se les entrega una educación de calidad. Y aclara que es todo lo contrario: “este estudiante lo que más se merece en el mundo es que al entrar en la sala de clases sienta que él lo puede hacer todo, lo que le traigo entonces es un desafío, que es difícil, pero alcanzable”.

Los procesos de aprendizaje no son lineales, tienen altibajos, pero lo importante es no abandonarlos en el proceso, dice María Francisca: “Están en una edad difícil, hay días que les toca vivir situaciones problemáticas y hay que ser flexibles frente a eso”.

Para complementar lo anterior, sostiene que las altas expectativas también tienen que ver mucho con el amor incondicional y la manera de demostrarlo es creyendo en ellos, poniéndolos en desafío, sacándoles el jugo: “vi muchos jóvenes con baja autoestima, que no se creían capaces, andaban deprimidos”.

Esto explica lo que ella se refiere al afirmar que está todo relacionado en el proceso del aprendizaje. Comenta que con esta experiencia se empezó a generar una cultura en torno a que “aprender es genial, los hace felices, les da sentido y tiene un para qué”.

En resumen, no es solamente decir “yo creo en mis estudiantes”, sino en qué se traduce efectivamente que estás creyendo en tus estudiantes. La discusión está en qué calidad le estamos entregando a los estudiantes en cada detalle: desde cómo están funcionando lo baños hasta la puntualidad del profesor. “Es un tema de prioridades y los niños no son una urgencia en este país”.

Compartir otras experiencias de innovación educativa

De acuerdo a su experiencia, cuenta María Francisca, que al escuchar los relatos de las otras profesoras de su grupo (en webinar realizado como parte de la investigación), constató que el patrón común era la cultura de altas expectativas. También le permitió entender y destacar el contexto de cada una de ellas, que fueron casos en que estaban amparadas y apoyadas por el equipo directivo del colegio. Al respecto afirma que “Escuchar sus testimonios y de cómo han seguido, tiene mucho que ver con que son liderazgos muy potentes, pude ver la importancia del rol del liderazgo. No hay proyecto sostenible sin liderazgo. No existe esta figura del “profesor héroe”, un profesor en solitario no cambia el mundo. Eso fue lo que principalmente rescaté de ese espacio”. 

Con respecto a la metodología de las producciones narrativas –utilizada para esta investigación- afirma la profesora que ha sido muy interesante para ella: “Contarle mi experiencia a alguien (Javier Pascual) que no es del mundo educativo, porque me ha hecho entrar en detalles y hacerme preguntas desde otra mirada. Esta reflexión me ha hecho llegar al fondo de temas en los que hasta ahora tenía respuestas más simples. Por ejemplo, conversando me di cuenta de lo multifactorial que son las altas expectativas, que no sólo tienen que ver con preparar bien una clase, me hizo ver lo tangibles que son, por ejemplo, pude ver lo que hay detrás de mi decisión de no usar el libro fotocopiado”.