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En la discusión pública sobre educación no hay acuerdo más unánime que el referido a la
centralidad de los docentes y sus capacidades para dar respuesta a las demandas de calidad
que la sociedad exige hoy al sistema escolar. Con independencia de ideologías, el sentido
común y el experto coinciden acerca de esto. Paradojalmente pareciera ser un tópico de
discusión sin contenidos: la conversación pública reconoce el dominio como crucial, pero
luego enmudece y discute sobre otras dimensiones de la educación, como su organización y
gestión, regulaciones e incentivos, el currículum. El quehacer docente y la preparación para
ejercer su labor queda como ‘caja negra’. Tal vez porque los profesionales que sostienen el
‘adentro’ de la educación, los profesores y sus formadores, no han sido parte de tal
discusión pública. La ironía de la situación presente es que es justamente tal ‘caja negra’ la
decisiva para el logro de los niveles de aprendizaje que el país necesita.