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El corazón de la agenda de políticas educativas que tienen la calidad (y no la cobertura)
como norte, reside en la transformación de las prácticas docentes. Lo que revela el análisis
comparado internacional sobre los procesos de reforma educativa, es que tales prácticas,
con reveladora consistencia, constituyen el núcleo más difícil de cambiar de los sistemas
educativos. En general los esfuerzos de las políticas, cuando son coherentes y sostenidos,
alcanzan resultados más claros en los ámbitos organizativos, curriculares, evaluativos y de
la infraestructura material de los sistemas, que en los de la docencia y sus prácticas.
Aunque las cuestiones sobre formación continua son las esenciales de cualquier reforma
educativa centrada en la calidad de los aprendizajes, es necesario preguntarse si las
prioridades de políticas del presente son consistentes con esto.