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Con la interrupción de las actividades escolares presenciales en la mayor parte de las escuelas chilenas -a propósito del confinamiento que ha exigido la pandemia COVID19- se ha visto cómo el aula ha debido trasladarse de territorio. El aula ha tenido que entrar a la intimidad de los hogares, pero junto al cambio de espacio físico, las condiciones para aprender también han cambiado, otorgando a madres, padres y apoderados un rol mucho más activo en el aprendizaje de los estudiantes.

Este escenario, inédito para la escuela, plantea un conjunto de nuevos desafíos no siempre fáciles de gestionar por los docentes y directivos. Entre otros, organizar una adecuada coordinación con los apoderados acerca de las acciones consideradas más efectivas para estimular y guiar un aprendizaje efectivo en los estudiantes. Esto, en condiciones de importantes desigualdades habitacionales, socioeconómicas y culturales entre las familias.

No obstante, estas difíciles circunstancias, la escuela debe seguir ocupándose de los procesos de educación formal de los estudiantes. Si esto es así ¿Cómo puede la escuela relacionarse con las madres, padres y apoderados en el contexto actual? ¿Cuáles son las condiciones mínimas y suficientes para que la comunicación entre docentes, madres, padres y apoderados optimice los procesos de escolarización de la infancia desde un espacio no controlable por la escuela como es el hogar?

Expositoras

Verónica Gubbins: Psicóloga de la Universidad de Chile y PhD Ciencias en Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Coordinadora Área Familia y Educación del Centro Investigación y Estudios sobre Familia (CEIF) de la Facultad de Educación, Psicología y Familia de la Universidad Finis Terrae.

Flor Romero: Directora Colegio Municipal Santa María, Peñalolén.