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Desde 2011 dirige el Máster en Dirección de Centros Educativos en la Universidad Villanueva en España, en el que cursan, principalmente, directivos escolares tanto españoles como latinoamericanos, siendo frecuentes los alumnos chilenos.

En el área de la investigación tiene una participación activa en el proyecto International Study of Teacher Leadership (ISTL), una red de estudios internacionales acerca del liderazgo docente, conformada por 11 países, en su mayoría europeos.

Ha participado en numerosas investigaciones y publicaciones, conferencias internacionales y ha sido invitada a seminarios sobre liderazgo docente para directivos en Oceanía, Europa, África y América Latina.

Qué se entiende por liderazgo docente

Según plantea Gloria Gratacós, hasta ahora no existe un consenso internacional acerca de lo que significa el concepto de liderazgo docente (teacher leadership). Al momento de estudiar y analizar esas características que definirían ese concepto aún no definido, surge un proceso de influencia informal que se da en todas las instituciones, y que son quienes tienen realmente una influencia sobre sus colegas y la ponen al servicio de la mejora de la institución. “Al tratarse de una institución educativa, ese proceso de influencia basado en la colaboración recíproca con los colegas, claramente lo que busca es el beneficio dirigido hacia los estudiantes y la institución”, afirma la investigadora.

La pandemia puso en evidencia la relevancia del liderazgo docente. Hasta ahora, en cuanto a la calidad educativa, el foco estaba puesto en la calidad de las instalaciones, en el curriculum, entre otros, es decir, en temas que, si bien son importantes en la calidad de la educación que se entrega, “la evidencia muestra lo fundamental que son los profesores en ella: ser capaces de dar esas herramientas que requieren los alumnos para vivir en un mundo tan complejo que tenemos hoy”, afirma la investigadora. 

Entonces, ante esta realidad evidente, surgen las preguntas ¿cuáles es el papel del docente? Para mejorar la calidad de la educación ¿un docente tiene que ser un líder? Son preguntas para plantearse, dice Gloria Gratacós. 

Desde hace muchos años, los estudios sobre liderazgo educativo, se han centrado en el liderazgo de los directivos escolares. Con el transcurso de los años se ha evidenciado que no es suficiente, se requiere de un equipo para que realmente se alcancen las metas, los propósitos y cumplir con la misión y la visión que la institución se propone, explica la docente.

Los grandes retos actuales del liderazgo docente

Respecto de este tema, la investigadora plantea que principalmente son tres. El primero es cómo alinear el propósito de la organización con el propósito personal de los docentes. “El tema fundamental es cómo enamoramos a los docentes del proyecto educativo. El compromiso es una pieza clave: cada una de las personas que trabaja en la institución tiene que aportar de alguna manera, sea cual sea su función, incluidas las familias. Tienen que estar alineadas la contribución personal y la institucional. Para ello se requiere conocer a las personas y saber cuál es su motivación”.

El segundo reto es la confianza en los docentes. Explica que la burocratización, la rendición de cuentas, la presión de las evaluaciones internacionales, está haciendo que se pierda la confianza en los docentes y que se basen exclusivamente en los resultados de las evaluaciones de desempeño, tanto nacionales como internacionales.

En tercer lugar, sostiene que las instituciones educativas están todavía muy ancladas en estructuras que no permiten al docente momentos de reflexión: “para educar necesitas serenidad y el mundo educativo va a una velocidad que hace que sea muy difícil detenerse a reflexionar, compartir, a pensar cómo llegar a los alumnos y a las familias”.

Desde su perspectiva, estas situaciones son un llamado a replantearse a nivel de políticas educativas, de estandarización de resultados, de las estructuras que tienen las instituciones educativas, qué margen de iniciativa y autonomía se les está permitiendo a los docentes en su desempeño, siendo esto la clave de la calidad educativa.

La relevancia y efectividad del liderazgo docente

Un punto innegable es que los docentes son quienes están día a día con los alumnos y las familias, saben cómo están y lo que necesitan. En este sentido, Gloria Gratacós es enfática planteando que si no confían y cuentan con ellos, implicándolos y comprometiéndolos, ¿qué va a pasar?

En el grupo de investigación en el que trabaja, los estudios que han hecho respecto de qué se entiende sobre liderazgo docente, han apuntado, por un lado, a revisar qué dicen los documentos institucionales y la legislación de cada país y cómo impulsan el liderazgo docente. “Hay ciertos ejes que son transversales como la importancia de trabajar por la equidad, atención a la diversidad, la justicia social, entre otros. Pero a la hora de la verdad, esto queda como una fantasía en cuanto a que para lograrlo se requieren las estructuras”. Por otro lado, han investigado cuáles son esas formas necesarias que permiten nutrir y hacer posible ese liderazgo docente: “se requiere de una cultura y una organización que lo haga posible, también influye el tipo de relación que hay entre los docentes, el tipo de liderazgo en los directivos (si hay confianza hacia los docentes) y, así también, los temas personales de cada docente, como vocacionales, motivacionales, etc”. 

Liderazgo directivo

Es fundamental que los líderes directivos estén convencidos de que su mayor activo son los docentes y, para ello, el desarrollo de la confianza es un factor clave. En su experiencia como directora de un colegio durante 19 años, se dio cuenta que lo que vendían como institución educativa es la confianza, tanto a las familias que los elegían para ayudarles en la educación de sus hijos, como la confianza que transmitían a sus alumnos, de que realmente creían en ellos y en sus posibilidades, que les iban a acompañar, que les iban a dar oportunidades para que esas posibilidades se hicieran efectivas. De igual manera con los profesores, percibió que lo que vendían era confianza: “dejamos en sus manos (docentes) y confiamos plenamente que van a liderar esos equipos que se forman en la clase”.

¿De qué manera pueden trabajar los directivos la implicación de los docentes? Es la pregunta que plantea Gloria Gratacós y la respuesta es: trabajando la participación. “Realmente la capacidad de un directivo se prueba cuando es capaz de aterrizar soluciones muy diversas en las distintas situaciones que se le presentan, de manera muy creativa, considerando a las personas con las que trabaja, ahí se descubre esa capacidad de liderazgo que tiene esa persona como directivo”.

La participación en los centros educativos es otro tema que está surgiendo con mucha fuerza. “Para la gente el tema de la democratización en la educación, es decir, de realmente conseguir que los centros educativos sean lugares donde se trabaje el liderazgo y realmente se cuente con toda la comunidad educativa para avanzar, se está haciendo cada vez más evidente y la gente lo está pidiendo cada vez más”, afirma la investigadora.  En este sentido, explica, que ello exige una forma de ser, una forma de trabajar, un liderazgo muy distinto al que había hace algunos años. Por eso es que cuesta saber integrar a toda la comunidad educativa. Es una tensión que existe actualmente y que desafía a concretar cambios necesarios, pero a la vez respetando el proyecto educativo que ya existe y sus propios valores.

La motivación en los docentes

Según lo que explica Gloria Gratacós, en los docentes existen –para hacer lo que hacen- las motivaciones extrínsecas o externas, como es el caso de un buen salario, y es muy bueno que exista (asegurar una calidad de vida digna) y son más manejables. Por otro lado, están las motivaciones intrínsecas, que se relacionan con la pasión que tienen los profesores para enseñar y que lo disfrutan tanto que quieren seguir mejorando y aquí está presente el tema del desarrollo profesional docente. Entonces el tema está en cómo un directivo mantiene esa motivación intrínseca. Está también la motivación altruista o trascedente, que tiene que ver con el impacto que tienen los docentes sobre los alumnos y las familias, ésta no se puede incentivar, lo único que se puede hacer es no matarla, ya que muchas veces la urgencia requerida, la estandarización de los resultados, la presión por la promoción en el ingreso de nuevos estudiantes, entre otros factores, hacen que poco a poco vaya muriendo esa motivación.

El directivo debe tener la capacidad de que esa presión no mate la vocación docente, de tener presente para qué está allí el docente y cuál va a ser su contribución, porque eso va a ser su motor, tanto para ser creativo, para compartir con sus colegas, para generar ideas, buscar buenas prácticas y plantear alternativas que en definitiva apunten a la mejora del aprendizaje de los alumnos que es lo que mueve a los docentes, esa es su vocación.

En este aspecto, sostiene la docente, los estudios han demostrado que la motivación afecta diversos aspectos, como es el compromiso, la satisfacción docente y los resultados académicos.

Además de la motivación, otro de los factores clave en los docentes es la resiliencia. Para ello se requiere trabajar la aceptación y luego conectar con la misión personal, que en el caso del docente es su vocación, que le permite sacar lo mejor de sí mismo, ser creativo para superar esas dificultades, estando consciente siempre de ese “para qué”. Gracias a ello, les permite ser mejor persona y mejor profesional y tener herramientas para la automotivación, lo cual es fundamental.