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El 2 de marzo comenzó de manera oficial el año escolar 2022 y, a diferencia de lo ocurrido en 2020 y 2021, esta vez las niñas, niños y adolescentes de todo el país volvieron a las aulas[i]. Semanas antes el Ministerio de Educación había publicado un protocolo para el retorno a clases presenciales[ii] que establecía, entre otras cosas, la obligatoriedad de la asistencia presencial de las y los estudiantes a los establecimientos educacionales, independiente de la fase del Plan paso a paso en la que se encontrara su comuna, la eliminación de los aforos dentro de las salas de clases y la reinstalación de la Jornada Escolar Completa (JEC).

El retorno a clases presenciales de forma segura se estableció como prioridad mundial una vez que se observaran las secuelas que dejó el cierre de escuelas durante 2020 y gran parte de 2021[1]. En el ámbito nacional, el Ministerio de Educación estimó una potencial pérdida de, en promedio, un 88% de los aprendizajes de un año (95% en el caso de estudiantes del 1 quintil y 64% en los del 5 quintil) y un retroceso de 1,3 años de escolaridad[iii].

Abrir las escuelas era un imperativo y recuperar los aprendizajes perdidos será uno de los principales desafíos de este y los próximos años escolares, pero no será el único. Las comunidades educativas han perdido, además, la costumbre de compartir espacios comunes y de respetar normativas de convivencia, o al menos así lo ha evidenciado Diana Moreno Pastenes, directora de la Escuela D-73 República de Los Estados Unidos de Norteamérica de Antofagasta. “El proceso de reeducación de la comunidad educativa, no solo en conocimientos sino también en lo humano y en los aspectos normativos que rigen la escuela es potente, y va a durar unos cuantos meses. Es imperativo volver a formarlos, reeducarlos”, comenta la directora.

Jorge Lobos Luna, director de la Escuela Gabriela Mistral de Los Andes, cuenta que en cuanto se enteraron del regreso a clases presenciales, en diciembre de 2021, se organizaron para generar un plan de recuperación de aprendizajes y definir protocolos sanitarios para evitar contagios. Lo anterior, con la orientación de los ministerios de Educación y Salud.

Además de la recuperación de habilidades sociales y pedagógicas de los escolares, especialmente en las y los más pequeños, Jorge agrega como dificultad la incertidumbre ante posibles contagios o eventuales cambios de protocolo que trunquen la planificación. Por otro lado, cuenta Lobos, los docentes han tenido que realizar doble esfuerzos para retomar las dinámicas presenciales con los estudiantes, los que se acostumbraron a tiempos breves en las pantallas”.

El diálogo y la entrega de información oportuna a las familias es un elemento clave para el éxito del retorno a clases presenciales. Respecto a esto, los directores han tenido experiencias disímiles. Mientras Jorge hace una positiva evaluación de la comunicación con las familias, Diana reconoce dificultades que, cree, surgen del estrés de padres y madres presionados por necesidades socioeconómicas agudizadas durante la pandemia: “Cuando se trabaja en contextos de pobreza o alta vulnerabilidad es difícil. Los padres trabajan todo el día, o simplemente existe un desdén o desinterés por la educación de sus hijos. [Lo anterior] ocasiona que la escuela deba suplir las deficiencias tanto humanas como materiales de los estudiantes”, cuenta la directora.

Consultados por las expectativas para el año escolar 2022, Jorge y Diana destacan tener la posibilidad de entregar y recuperar aprendizajes disminuyendo al mínimo el peligro de contagios dentro de sus comunidades. Este último aspecto preocupa a Diana, especialmente por la eliminación de los aforos. En escuelas públicas, donde por lo bajo asisten 36 alumnos por sala, “¿cómo podemos mantener las medidas sanitarias para evitar contagios?”, se pregunta la directora.

Si bien el retorno a clases presenciales es lo mejor que se pudo dictaminar, existen sesgos. Sobre todo en la educación pública”, opina Diana. Para ella, este sesgo se podría evitar si el Ministerio de Educación estuviera más presente en las escuelas: “El ideario sería un ministerio de terreno que tome las acciones, decisiones y estrategias a través de la experiencia viviencial y no detrás de un escritorio”, plantea.

Será un año difícil, lleno de desafíos a nivel del crecimiento humano, social y sanitario. Las escuelas y liceos tenemos que estar a la altura de este gran desafío de reeducación, de contención emocional, de crear nuevas estrategia pedagógicas”, concluye la directora.

Las expectativas de Jorge, en tanto, son “poder entregar los aprendizajes necesarios para que los estudiantes puedan desarrollar sus habilidades; recuperar los aprendizajes que no fueron adquiridos y que podamos resguardar los tiempos para el aprendizaje sin desfallecer en el intento”.

[1] El informe Acting Now del Banco Mundial estima el incremento de la “pobreza de aprendizaje” (la incapacidad de leer y comprender un texto simple al término de la primaria) en más de 20 puntos porcentuales en América Latina (descargar).

[i] Relee nuestra nota sobre el primer intento de apertura de escuelas durante 2021 aquí.

[ii] Conoce el protocolo de medidas sanitarias y vigilancia epidemiológica para establecimientos educacionales del Ministerio de Educación aquí.

[iii] Revisa el documento Evidencias 52. Efectos de la suspensión de clases presenciales en contexto de pandemia por Covid-19, del Ministerio de Educación de Chile (mayo 2021) aquí.